martes, 7 de enero de 2014

VIDEO: Tetsijtsilin Piedras que Suenan. Educación Indígena: Experiencias ejemplares. (CIESAS, UNICEF (2009) )

UNIDAD II: ENFOQUES Y TENDENCIAS TEÓRICO METODOLÓGICAS EN TORNO A LOS AMBIENTES DE APRENDIZAJE. AMBIENTES DE APRENDIZAJE ¿DE QUÉ TIPO, PARA QUÉ, BAJO QUÉ PRINCIPIOS? 

SITUACIÓN DIDÁCTICA 2: YO APRENDO, TÚ APRENDES, TODOS APRENDEMOS. ANÁLISIS DE BUENAS PRÁCTICAS EN AMBIENTES DE APRENDIZAJE

VIDEO:
Tetsijtsilin Piedras que Suenan. Educación Indígena: Experiencias ejemplares.
(CIESAS, UNICEF (2009) )

El video consiste en una persona la cual estudiaba en la primaria sentía un gran anhelo por ser alumno de Tetsijtsilin, a mi corta edad me atraían las obras de teatro que presentaban los alumnos más grandes de
la escuela, su alegría, la posibilidad de expresarse. El tener este deseo dejaba percibir una
escuela accesible, en donde los alumnos no sólo eran quienes callaban y escuchaban.
Siempre he sostenido que de los espacios educativos que más he disfrutado son el
preescolar “chankonemeh” y posteriormente “Tetsijtsilin”. Siento obligación moral de pedir
disculpas a mis maestros de la primaria pues no guardo un recuerdo extraordinario de aquel
espacio, comprendo a la distancia que ellos seguían fielmente un modelo educativo y
mientras cumplían cabalmente con el sistema convertían en isla el espacio educativo dentro
de la comunidad.
Algunos de mis compañeros de la primaria se privaron de la oportunidad de ir conmigo a la
Tesecundaria porque sus padres no creyeron en nuestra escuela, quizá pensaban, que una
escuela en donde se hablara español, o en donde se vistiese como koyomej era asegurar un
mejor futuro a sus hijos. El tiempo es quien nos da la razón y sigo pensado que es urgente
que lo espacios en donde se formen las nuevas generaciones brinden un ambiente de
dignidad y respeto para nuestras raíces indígenas.
En este momento puedo resaltar algunas de las cosas que contribuyeron creo yo a mi
crecimiento como persona en mi paso por la Telesecundaria; Las guardias que se llevaban a
cabo las miro a la distancia como una oportunidad para fortalecer la confianza en uno mismo
y para ejercer la responsabilidad de cuidar por una semana las instalaciones de toda la
escuela y al mismo tiempo apoyar a los compañeros para que tomaran sus clases
puntualmente.
Formar parte de un destacamento daba la oportunidad de convivir de cerca con compañeros
de otros grados escolares, que generalmente se conformaban de 14 alumnos de 1°,2° y 3°.
Con estos equipos participamos en actividades que fortalecieron nuestro carácter
independiente y solidario.
La crónica diaria era una de las actividades escolares que me provocaba cierto temor, el
sólo pensar que algún día me tocaría no sólo redactarla sino además leerla provocaba en mi
un sentimiento de miedo y esperanza. Ese día llegó, una mañana leí ante mi escuela los
sucesos del día anterior en espera de las críticas que por tradición eran constructivas, el
temblor de las piernas se fue después de los primeros párrafos. Hoy estoy seguro que de ese
momento surge la posibilidad de compartir ante diferentes públicos sin la pena o el miedo
que tuve en aquel entonces.
Realizar actividades agrícolas era una oportunidad para seguir en contacto estrecho con
nuestra madre tierra. Hoy valoro los grandes conocimientos de mi padre, lamento todo lo que
me prive de él, cuanta sabiduría tenía mi padre y que triste para mí el recordar que algunas
veces no quise acompañarlo al campo mintiéndole, poniendo como pretexto que tenía mucha
tarea de la escuela.
Quiero compartir también que en el último año en Tetsijtsilin tuvimos la oportunidad de
compartir a la nueva generación lo que a nosotros se nos había brindado, con la
experiencia llegó también el dolor al pensar en que cada día que transcurría era un día
menos en la escuela que se había convertido también en refugio y casa. En esas fechas el
futuro para mí pintaba de manera incierta no así para algunos de mis compañeros que tenían
el rumbo trazado con el respaldo de sus familiares.
El día de no poder permanecer más en la escuela llegó y con ello el momento de amarrar la
mochila y perderse en la ciudad para ser uno más en esa gran marcha, en donde la dinámica
de la comunidad no coincidía. Pasaron años y muchas experiencias -materia de otro textopero
lo importante fue que tuve la fortuna de regresar a mi pueblo y seguir escuchando el
curso y pulso de mi escuela.
Me duele por esto, cuando escucho que llega un maestro que desconoce todo lo que
encierra este espacio en donde las piedras suenan, me da tristeza pensar la llegada de un
profesor con la única idea de cobrar la quincena o peor aún que llegó por ser compadre del
charro. Confió sin embargo, en que Tetsijtsilin está vivo y cambia la vida de las personas,
como lo ha hecho con nosotros.
Las clases de Náhuat que nos impartían han sido una de las herencias más fuertes que
recibí en mi escuela -porque aunque estoy seguro de que no habría abandonado mi lengua
aún sin ellas- el valor que otorgo a mi lengua es también producto de aquellos años en donde
aprendí lo importante que era defenderla. Ahora trabajo junto a mis compañeros por el
fortalecimiento de nuestra cultura y en colectivo impulsamos acciones que permitan
documentar distintos aspectos de nuestro pueblo.
Haber tenido la fortuna de estudiar en Tetsijtsilin para mí constituye uno de los puntos más
trascendentales de mi vida, gracias a esto hoy puedo comprender situaciones y necesidades
en el espacio en donde colaboro, en alguna ocasión manifesté “soy hijo de Tetsijtsilin pero he
sido adoptado por la organización que se ha convertido en mi universidad “Tosepan
Titataniske”.
Alguna vez la maestra coral dijo, “aquí el maestro está en igualdad con el alumno, al maestro
se le puede tutear”. Sin embargo uno cambia de suelos y no falta el día en que emergemos a
espacios en donde la dinámica que se sigue es otra, en donde el trato igualitario entre
personas debe subyugarse a títulos académicos, o grados generados en las diferentes
sociedades. Resulta difícil comprender que un sector ideológico dominante nos imponga las
normas de moda en turno.
En Tetsijtsilin recibí una gran dosis de lo que significa la libertad en sus diferentes
manifestaciones, quizá por eso hoy estoy en la casa donde se abre el espíritu.
Creo que a quienes somos exalumnos y aún quienes no lo son, nos corresponde seguir con
la frente en alto y defender nuestra dignidad.
Gracias a nuestros padres y a nuestros abuelos por apoyar hace un poco más de 30 años en
la construcción de este proyecto de vida comunitario. Gracias a todos los maestros que no
sólo vinieron a soportarnos en nuestra época de estudiantes, sino que sembraron en
nosotros semillas de curiosidad y de confianza, lo que nos brindaron allí está.
Maestro Gabriel Salom, muchas gracias por sembrar esta semilla entre las piedras que
suenan, hoy son voces y sujetos que llevan el sonido de Tetsijtsilin adonde quiera que estén.

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